En Estados Unidos el sistema de financiamiento de campañas electorales, establecido en reacción al escándalo de Watergate que rodeó a la elección de 1972, colapsó en 1996. Esto en la medida en la que candidatos, partidos, y grupos independientes maniobraron efectivamente para reunir y gastar fondos más allá de las limitantes de la ley federal. Este artículo revisa cómo el régimen de financiamiento de campañas de 1974 se redujo a la impotencia para 1996; explora los males crónicos y críticos del sistema de dinero y política; evalúa enfoques alternativos para cambiar ese sistema; y considera los enormes obstáculos políticos que enfrentan los esfuerzos para reformar la ley y cambiar la práctica. Concluye colocando el sistema actual de financiamiento de campañas de Estados Unidos y su malestar en un contexto comparativo, y explora cómo mayor conocimiento de la experiencia estadounidense podría informar el debate relativo al financiamiento público en Chile.