El 2007 fue el segundo año del gobierno de Michelle Bachelet. Se trató de un año sin elecciones; con un buen desempeño económico, a pesar de una inflación creciente en los últimos meses; y marcado por la discusión sobre escándalos de corrupción. Sin embargo, lo que más afectó al Gobierno fue la desastrosa puesta en marcha de la reforma al sistema de transporte público de la capital: Transantiago. Este puso un velo sobre los importantes avances en materias previsionales y educacionales, cuestionando no sólo la capacidad ejecutiva del Gobierno, sino que profundizando un flanco de indisciplina al interior de la coalición oficialista (Concertación); síntoma de su desgaste después de 17 años ocupando la Presidencia de Chile.