A lo largo del 2008 la democracia guatemalteca logró algunos avances significativos, pero también debió encarar dificultades que obligan a redoblar esfuerzos para el nuevo año. En primer lugar, en el país dio inicio un nuevo gobierno, cuya juramentación consolida el proceso democrático en curso. La orientación socialdemócrata de la nueva administración ha generado expectativas de un mayor apoyo a las políticas sociales en favor de la población más pobre, así como una mayor apertura al diálogo con la sociedad civil organizada. A pesar de estos signos positivos, el país se vio afectado por la crisis económica mundial, cuyo empeoramiento se espera en 2009, lo que puede contribuir a complicar aún más las condiciones de pobreza en que viven amplios sectores de la población. Esta situación se produce en medio de niveles inusitados de criminalidad y violencia, generadas por pandillas juveniles y, especialmente, por las redes del crimen organizado encabezadas por el narcotráfico. La situación no llama al optimismo, pero tampoco es conveniente asumir una actitud de derrota, dados los potenciales que tiene el país para recuperarse y seguir avanzando.